Primera historia:
Fui un muchacho muuuuy problemático. En todas partes armaba líos, pero estuve en una institución muy buena y allá me explicaron por qué decían que tengo retardo mental, y encontramos todas mis capacidades. También le ayudaron a mi papá a reconocer cuánto me quería, y él se volvió un gran amigo para mí. Me enseñó su trabajo de mecánica de carros y a los dos nos va muy bien, yo compré mi casa propia. Hace años me casé y tengo tres hijos, dos muchachos y una niña. Mi esposa es muy bonita y muy buena, todos nos amamos, nuestra vida es feliz y nuestros padres nos ayudan mucho.
Llegué a esta Fundación donde me eduqué y aprendí a vivir normalmente y me puse a llorar, porque me han dicho en la escuela que mi hijo menor tiene retardo como yo. Tengo mucha angustia, porque recuerdo mi historia tan dolorosa antes de encontrar comprensión y ayuda.
Aquí con el niño y con mi esposa tuvimos terapia de familia y ya estamos tranquilos, porque sabemos que él no tiene retardo y que al contrario su inteligencia es muy alta. Le doy gracias a Dios que así compensa la mía tan bajita, aunque vivida con tanta ayuda que no ha sido un obstáculo para ser como todos los demás, con la diferencia de que he recibido mucho amor de mis padres, mi esposa y mis hijos, y se lo devuelvo con todo lo bueno que hay en mí.